lunes, 17 de octubre de 2016

El barrio, el get down, el cubo y los superpoderes.

Me gusta mucho la serie The Get Down por el musicote, por los chavales que son geniales, por las pintas, por la estética general y por lo bien mostrada que está la problemática del bronx durante los años 70.


Salvando mucho las distancias, a veces veo mi barrio de un modo parecido, un lugar del que algunas personas no salen o no salieron, no porque tenga nada de malo vivir en un lugar o en otro, sino porque si no sales nunca del barrio, el barrio no te saldrá nunca de dentro.
Cuando el barrio está enquistado dentro se solidifican dinámicas que no son insanas en si mismas tanto como lo son por su solidificación: es genial salir con los colegas de la adolescencia a tomar birras. No es tan genial tener 45 tacos y tomar birras todos los días en el mismo bar desde hace 30 años con los mismos colegas desde la adolescencia y sólo hacer eso. Te enquista, te atrapa la dinámica y ya no creces. Puede que no seas infeliz, pero tampoco feliz. En The Get Down hay varios personajes intentando salir del barrio, hacer algo distinto con sus vidas, y los demás no siempre se lo ponen fácil. 25 años atrás cuando yo estudiaba C.O.U. y me encerraba algunos domingos a estudiar para subir la media y entrar en la carrera que quería, mi chicho (un punki que vivía de okupa en el barrio) se mosqueaba conmigo porque no salía. Unos años después, cuando yo estudiaba mi segunda carrera, me lo encontré en el metro y se asombró de que siguiera estudiando, me lo reprochó incluso, como si aquello de currarse una profesión vocacional fuese un vicio reprobable. Un par de años después entró al talego; yo me licencié. Cada cual tiene oportunidades distintas o aprovecha las que tiene o no las aprovecha, yo no juzgo a aquel chaval por los pasos que dio y las razones que le llevaron a ello, lo que quiero mostrar es que la presión tienta a quedarse inmovil, y del enquistamiento puedes acabar derribado. En The Get Down un personaje le dice a otro que el barrio es como un cubo lleno de cangrejos, cuando uno quiere salir, otros le sujetan por las patas. Así puede ser a veces. Yo he querido ser el cangrejo que sale y que tiende una mano a otros cangrejos para que salgan también, pero se ha interpretado en ocasiones como "no creerte superior pero casi", y me ha dado mucha pena. Me ha puesto triste porque yo solo quiero incentivar vitalidad en los demás cangrejos, sin olvidarme de que yo también lo soy, solo que a veces salgo del cubo.

Con la militancia sucede lo mismo, vas tomando conciencia y compromiso sobre ciertos asuntos (clase, feminismo, raza...) y te cambia la mirada, no puedes ya vivir dentro del cubo, y quieres que otros vean lo que tú has aprendido a ver, con otros que salieron del cubo antes que tú. Es un ciclo de gran belleza y aprendizaje horizontal y multidireccional, de renovación porque no eres el mismo que hace un año, que hace dos, que hace tres. Y también sucede que hay quienes no quieren que les ayudes a salir del cubo porque tu toma de conciencia les interpela y su interpretación de esa interpelación es "tú lo haces mal y yo bien", pero eso es solo su visión. Quitarse el orgullo que susurra "nadie tiene nada que enseñarte" abre la puerta a la posibilidad de aprender infinidad de verdades, todas ellas más liberadoras. Yo sé que aun estoy en el proceso, y estaré toda la vida, tanto en la toma de conciencia progresiva como en el ir y venir del cubo, pero eso no me impide aliarme con los otros cangrejitos señalados como "te crees superior" porque nos damos vida unos a otros, y porque juntos nos sujetamos para que nadie nos vuelva a arrastrar adentro. En The Get Down, los Fantastic Four plus One son retados a una batalla de hip hop por The Notorious Three, y Shaolin Fantastic tiene miedo de perder ante ellos y ante todo el bronx. Su compañero Ra le dice que, debido a extensas lecturas de comics, sabe que la solución no está solo en tener superpoderes, sino también en unirte a otros que también los tengan para perseguir juntos un propósito común. Eso hacemos las feministas y gracias a ello resistimos las embestidas de los machistas en todas sus formas, sobre todo en las simbólicas, aguantamos la presión del "te crees demasiado lista" porque nos quieren tontas y sumisas (aquí escribí sobre esto hace tiempo), pero tampoco caeremos en ese cubo. En la página que coadministro (reconozco que con irregularidad notable) hemos recibido recientemente otro ataque machista y han vuelto a intentar tumbarnos, quieren que perdamos contacto con los 130 mil seguidores que tenemos, para aislarnos de la comunidad que se ha creado. Pero no saben que somos muchas y somos invencibles porque tenemos superpoderes y estamos unidas, así que la red se ha puesto en marcha para responder colectivamente de modo constructivo. Seguimos vivitas y coleando. Y es que sabemos, como dicen en the Get Down, que si tienes alas, has de aprender a usarlas, y que para eso, has de buscar a los que mantengan viva tu llama. Y no hay cangrejo que pueda parar eso, por más que quiera, porque un cangrejo solo es un cangrejo y nosotrxs tenemos superpoderes, el superpoder de lo colectivo.

El barrio, el get down, el cubo y los superpoderes.

Me gusta mucho la serie The Get Down por el musicote, por los chavales que son geniales, por las pintas, por la estética general y por lo bien mostrada que está la problemática del bronx durante los años 70.


Salvando mucho las distancias, a veces veo mi barrio de un modo parecido, un lugar del que algunas personas no salen o no salieron, no porque tenga nada de malo vivir en un lugar o en otro, sino porque si no sales nunca del barrio, el barrio no te saldrá nunca de dentro.
Cuando el barrio está enquistado dentro se solidifican dinámicas que no son insanas en si mismas tanto como lo son por su solidificación: es genial salir con los colegas de la adolescencia a tomar birras. No es tan genial tener 45 tacos y tomar birras todos los días en el mismo bar desde hace 30 años con los mismos colegas desde la adolescencia y sólo hacer eso. Te enquista, te atrapa la dinámica y ya no creces. Puede que no seas infeliz, pero tampoco feliz. En The Get Down hay varios personajes intentando salir del barrio, hacer algo distinto con sus vidas, y los demás no siempre se lo ponen fácil. 25 años atrás cuando yo estudiaba C.O.U. y me encerraba algunos domingos a estudiar para subir la media y entrar en la carrera que quería, mi chicho (un punki que vivía de okupa en el barrio) se mosqueaba conmigo porque no salía. Unos años después, cuando yo estudiaba mi segunda carrera, me lo encontré en el metro y se asombró de que siguiera estudiando, me lo reprochó incluso, como si aquello de currarse una profesión vocacional fuese un vicio reprobable. Un par de años después entró al talego; yo me licencié. Cada cual tiene oportunidades distintas o aprovecha las que tiene o no las aprovecha, yo no juzgo a aquel chaval por los pasos que dio y las razones que le llevaron a ello, lo que quiero mostrar es que la presión tienta a quedarse inmovil, y del enquistamiento puedes acabar derribado. En The Get Down un personaje le dice a otro que el barrio es como un cubo lleno de cangrejos, cuando uno quiere salir, otros le sujetan por las patas. Así puede ser a veces. Yo he querido ser el cangrejo que sale y que tiende una mano a otros cangrejos para que salgan también, pero se ha interpretado en ocasiones como "no creerte superior pero casi", y me ha dado mucha pena. Me ha puesto triste porque yo solo quiero incentivar vitalidad en los demás cangrejos, sin olvidarme de que yo también lo soy, solo que a veces salgo del cubo.

Con la militancia sucede lo mismo, vas tomando conciencia y compromiso sobre ciertos asuntos (clase, feminismo, raza...) y te cambia la mirada, no puedes ya vivir dentro del cubo, y quieres que otros vean lo que tú has aprendido a ver, con otros que salieron del cubo antes que tú. Es un ciclo de gran belleza y aprendizaje horizontal y multidireccional, de renovación porque no eres el mismo que hace un año, que hace dos, que hace tres. Y también sucede que hay quienes no quieren que les ayudes a salir del cubo porque tu toma de conciencia les interpela y su interpretación de esa interpelación es "tú lo haces mal y yo bien", pero eso es solo su visión. Quitarse el orgullo que susurra "nadie tiene nada que enseñarte" abre la puerta a la posibilidad de aprender infinidad de verdades, todas ellas más liberadoras. Yo sé que aun estoy en el proceso, y estaré toda la vida, tanto en la toma de conciencia progresiva como en el ir y venir del cubo, pero eso no me impide aliarme con los otros cangrejitos señalados como "te crees superior" porque nos damos vida unos a otros, y porque juntos nos sujetamos para que nadie nos vuelva a arrastrar adentro. En The Get Down, los Fantastic Four plus One son retados a una batalla de hip hop por The Notorious Three, y Shaolin Fantastic tiene miedo de perder ante ellos y ante todo el bronx. Su compañero Ra le dice que, debido a extensas lecturas de comics, sabe la solución no está solo en tener superpoderes, sino también en unirte a otros que también los tengan para perseguir juntos un propósito común. Eso hacemos las feministas y gracias a ello resistimos las embestidas de los machistas en todas sus formas, sobre todo en las simbólicas, aguantamos la presión del "te crees demasiado lista" porque nos quieren tontas y sumisas (aquí escribí sobre esto hace tiempo), pero tampoco caeremos en ese cubo. En la página que coadministro (reconozco que con irregularidad notable) hemos recibido recientemente otro ataque machista y han vuelto a intentar tumbarnos, quieren que perdamos contacto con los 130 mi seguidores que tenemos, para aislarnos de la comunidad que se ha creado. Pero no saben que somos muchas y somos invencibles porque tenemos superpoderes y estamos unidas, así que la red se ha puesto en marcha para responder colectivamente de modo constructivo. Seguimos vivitas y coleando. Y es que sabemos, como dicen en the Get Down, que si tienes alas, has de aprender a usarlas, y que para eso, has de buscar a los que mantengan viva tu llama. Y no hay cangrejo que pueda parar eso, por más que quiera, porque un cangrejo solo es un cangrejo y nosotros tenemos superpoderes, el superpoder de lo colectivo.

sábado, 15 de octubre de 2016

digna coherencia libertadora

la militancia feminista exige, así lo creo, más coherencia que cualquier otra, porque no salimos a clamar derechos para las mujeres, dignidad para lo femenino si no nos respetamos a nosotras mismas y a las demás, si nos vinculamos con los que no nos respetan y no rompemos con ellos antes o después, si no aplicamos en casa y en la vida cotidiana lo que pedimos afuera. esto afecta a nuestra vida afectiva y social, a nuestras relaciones, a lo profesional, nuestra maternidad, nuestra vida familiar, nuestra vida sexual, afecta a todas nuestras parcelas vitales.

exige. agota. sin embargo... 

la militancia feminista acaba regalando más coherencia que cualquier otra, porque su exigencia es también el don que nos libera. es difícil ser coherente porque amamos, porque nos equivocamos, porque no siempre somos fuertes y tropezamos y nos perdonamos a nosotras mismas, y no nos fustigamos y volvemos de nuevo a ajustarnos la mirada violeta, la libertad y la rebelión caiga quien caiga de nuestra vida cotidiana, porque podemos temer a éste o aquel, pero más tememos perdernos a nosotras mismas; podemos querer mucho a éste o a aquel, pero más nos queremos a nosotras mismas. y eso, esa grandiosa libertad y dignidad sólo nos las da el feminismo, solo la construimos con otras feministas. y con la exigencia y el hermoso don de la digna coherencia.



(las fotos son de Silvia Bleu, podéis visitar su trabajo en Wix, aquí: http://silviableu.wixsite.com/silvia-bleu/tematica )

viernes, 24 de junio de 2016

Derechos y deberes

           Solemos dar por hecho que disponer de un derecho no conlleva la obligatoriedad de disfrutarlo, pero cuando se trata de los derechos de los trabajadores, obtenidos con la lucha y la muerte de tantos, me pregunto hasta qué punto tenemos el derecho de no hacer uso de los derechos.

                He soportado muchos trabajos precarios, sin contrato, con contratos de mierda, con sueldos de mierda, horarios de mierda. Los aguanté porque era madre sola y no me quedaba otra si quería poner lentejas en la mesa, pero llegó un momento en el que mi cuerpo y mi mente empezaron a pasar factura, cada vez más gravemente. Desarrollé dos enfermedades crónicas y mi calidad de vida descendió drásticamente después de 8 años de maternidad en solitario y trabajos de mierda, doble jornada y un cuerpo que se quejaba cada vez más a menudo.

               El año pasado toqué fondo trabajando en una organización que demandaba de sus trabajadores un rendimiento por encima de lo estipulado en nuestro contrato, con horarios fuera de la jornada, fines de semana y mucho trabajo en casa, con la consecuente dificultad para separar espacios entre lo laboral y lo personal. Cuando nos exigían dar “un poco más” todo el mundo daba por sentado que era nuestra responsabilidad darlo, ya fuese un martes hasta las 9 de la noche o un sábado o un fin de semana con puente. Cuando le dije a mi coordinador que yo no podía seguir así, que necesitaba atender a mi familia (y solo demandaba no trabajar tantas horas en casa, fuera del horario laboral) me dijo “tú tienes un hijo pero yo tengo un gato” y que había que apechugar. Lo intenté, hasta que reventé. Físicamente estaba mal, emocionalmente peor. Decidí hacer uso de mi derecho a una baja laboral aun sabiendo que eso me supondría la no renovación del contrato.

                Así fue, y aun un año después no estoy repuesta de todo aquello, sufro de ansiedad cada vez que pienso en volver a llevar ese ritmo demencial de horas de trabajo fuera, de trabajo en casa, de crianza, y nada de tiempo para cuidar mi cuerpo, mi vida social, mis aficiones, a mí misma. Sufro de ansiedad, y cuando alguien acepta un turno fuera del suyo  y dice “no me importa”, y lo vuelve a aceptar y vuelve a decir “no me importa”, o hace 12 horas de jornada en lugar de 8 o 10 y dice “no me importa” pienso que a mí sí me importa, y que porque a mis compañeros no les importaba y a mí sí, ellos siguen trabajando, renunciando a sus derechos, y yo estoy en paro, con mis derechos intactos, pero sin usar, porque no tengo trabajo.

                      Cada vez que renunciamos sistemáticamente a un derecho laboral porque "a mi no me importa", estamos vendiéndonos y con nosotras, a todas las demás, porque nuestro "no me importa" supone que a quien sí le importa le dejamos con la única opción de elegir entre renunciar a sus derechos, o perder su empleo, acostumbrados como están los empleadores a que "a nadie le importe", lo excepcional se vuelve la norma, y estar al 100% supone estar por encima del 100%. O a la puta calle.

                El domingo votaréis a la izquierda en espera de que defiendan vuestros derechos, y muchxs os olvidaréis, como olvidáis cada vez que aceptáis condiciones de explotación, que los derechos se defienden ejerciéndolos. No podemos conformarnos con actos políticos el día de las elecciones, lo político es constante, cotidiano, diario, en cada decisión que se toma o no se toma, asumiendo los riesgos que conlleve.

                Un buen amigo suele decir “en mi hambre mando yo”, y lo suscribo totalmente. Hay quienes no pueden permitirse ejercer sus derechos porque tienen personas que dependen de ellos,  pero sí puede quien cobra 1.500 euros y no necesita hacer más horas para ganar más (porque se puede vivir con eso) o quien vive aún con sus padres, o quien no tiene cargas familiares, o una vivienda que pagar cada mes. Podemos vivir con dignidad, con tiempo para nosotrxs, o vivir vendidos por cuatro putos duros. Acordémonos no solo el domingo cuando vayamos a votar a esos que esperamos que nos resuelvan la papeleta para después traicionar cualquier logro que puedan obtener para nosotros. Grabémonoslo a fuego: LOS DERECHOS QUE NO SE EJERCEN, SE PIERDEN.


jueves, 12 de mayo de 2016

Rosa Dictador

“-¿Tú nunca llevas tanguita?
  - No
  - ¿Por qué?
  - Porque no me gusta llevar todo el día un trozo de tela metido por el culo.
  [perplejidad]”


¿Ellos llevan tanga para seducirnos a nosotras? No. ¿Porqué? Porque no están socializados en ataviarse con multitud de instrumentos de tortura leídos como “sólo ropa” para estar “guapos” y “sexis”, están socializados en vestir ropa cómoda con la que jugar al fútbol, subir a los árboles, echar carreras, tirarse al suelo a jugar a las chapas. No llevan tanga, porque no están socializados en ataviarse con multitud de instrumentos de tortura leídos como “solo ropa” para atraer al macho, poniendo en este la validación propia (“si le gusto, me gusto”).

“No es opresión, solo es ropa que una mujer elije ponerse, nadie la obliga”
No existe libertad en una sociedad opresora sin un proceso previo de toma de conciencia acerca de la realidad de que no existe libertad en una sociedad opresora. Es de Perogrullo, pero aun falta entender que NADA vincula naturalmente el hecho de nacer con vagina con el hecho de aplaudir entusiasmada a los tres años ante un vestido de tules y satén rosa. Nada. Nada vincula directamente esta “preferencia “ que casi todas las niñas muestran, salvo una socialización patriarcal desde todos los frentes, no se “escoge” el rosa sin que te impongan el rosa como “opción” preferente y natural. Si fuese una elección libre cualquier niño elegiría el rosa o cualquier niña elegiría el negro, o viceversa, con total normalidad. Todos los niños y niñas repartirían sus preferencias y a Pepe le gustaría el verde, a Lola el naranja, a Manolo el morado y a María el rojo. Si vemos niños asqueados de rosa y niñas con rosa de los calcetines a los lazos del pelo, divididos por colores en virtud a los genitales con los que nacieron, es porque se les asignan los colores del mismo modo que se les asignan los roles (ser suave/ser bruto, ser guapa/ser listo, ser curioso/ser cotilla… así hasta el infinito) ¿qué más hace falta para que TODO EL MUNDO tome conciencia de esta realidad tan obvia que muestra con claridad meridiana que NO HAY LIBERTAD, QUE TODO ES SOCIALIZACIÓN DIFERENCIAL, y que quien no entra en el esquema hegemónico es castigado y sancionado socialmente, estigmatizado a pequeña o gran escala? 

No voy a entrar siquiera en la complejidad que supone aceptar que hay niñas con pene y niños con vulva, porque el género es una construcción cultural y por tanto asignada, me voy a quedar en la superficie más visible: hombres cis y mujeres cis reproduciendo roles de género, mandatos impuestos desde la cuna a la tumba. Y me voy a limitar solo a los mandatos estéticos, que son lo más visible por ser eso, estéticos. Y desde ahí, a todo lo demás. 

16 años. Se levanta por la mañana, se ducha, se coloca un poco el pelo, se pone unos bóxer, unos vaqueros, una camiseta, una sudadera y unas deportivas, algo de colonia y sale a la calle. Como mucho media hora y listo para el mundo, listo para correr, caminar, sentarse en un bordillo a fumarse un pitillo, para jugar al balón, para comerse el mundo. Para ser, hasta cierto punto, un ser para sí mismo.




16 años. Se levanta por la mañana, se ducha, se aplica mascarilla en el pelo, exfoliante en la cara. Se seca el pelo, se lo alisa, se hace un peinado (hoy trenzas, mañana coleta, un moño, a veces sencillo, a veces tan elaborado que tiene que venir una amiga a ayudar). Se pone un tanga que le aprieta el ojete durante todo el día, que se ve por fuera de los pantalones como reclamo para ellos (¿a quién coño le interesa llevar un pedazo de tela de ropa interior metido por el culo y visible fuera del resto de la ropa si no es como reclamo sexual?), un vaquero ajustado que aprieta, de talle bajo, que deja fuera los riñones así haga 7 grados ahí afuera. Una camiseta ajustada, escotada y cortita, con un push up debajo (¿es cómodo correr para coger el autobús si tienes las tetas debajo de la barbilla y se te salen por el escote en cuando das dos zanzadas?), zapatitos enanos con el pie comprimido, taconcito con el pie subido en zancos, los gemelos clamando justicia, los juanetes pidiendo clemencia… 
Vamos a por la cara: una cremita hidratante, una base de maquillaje, corrector de ojeras. Maquillaje, polvos, raya en los ojos, sombra de ojos, rimmel, perfilador labial, pintalabios. Tres kilos de mierda obstruyendo tus poros para dar la imagen de un rostro limpio. Tu rostro no está limpio ni bello sin toda esa mierda encima, NECESITAS comprar toda esa mierda, NECESITAS dedicar todo ese tiempo en ponerte encima esa mierda, y luego NECESITAS comparar toda la mierda desmaquilladora y exfoliante para sacarte toda esa mierda de la cara antes de irte a dormir. NECESITAS toda esa parafernalia para sentirte guapa, y además, NECESITAS sentirte guapa, porque ese es el objetivo principal cuando tienes 16 años porque eso es lo que llevas oyendo desde bebé “qué guapa es esta niña!”, y en la tele, y en la calle, y en los videos musicales, y en las revistas de moda para chicas, y en los baños del instituto. tal vez NECESITAS vomitar la comida para estar suficientemente delgada. tal vez NECESITAS hacer cosas que no quieres hacer para ser aceptada, aprobada, validada. Porque tal y como eres y estás, entérate, estás mal.




Elección. ¿quién mierda elige depilarse el cuerpo entero, desde los pies a las cejas, para luego llenarlo de potingues y cubrirlo con mierdas que te aprietan el culo, el ojete, la tripa, que te empujan las tetas hacia arriba, metiendo barriga, tensando los gemelos, embutiendo los pies? Lo elige la que no es consciente de que no está eligiendo en absoluto, porque si se puede elegir, elijo no someterme a toda esa mierda, y si lo hago, sé que lo hago sin poder elegir demasiado. Yo elijo depilarme sabiendo que si elijo no depilarme me señalarán por la calle. A ellos no. Pero todo lo demás elijo no elegirlo, porque quiero caminar con libertad, así que escojo deportivas, y quiero respirar, así que escojo no llevar la tripa apretada y metida hacia adentro, y quiero bajar a la compra sin que me preocupe tres mierdas si las cejas hace mucho que no me las repaso. Elijo llevar bragas porque no se me mete nada por el culo, y elijo llevar escote cuando hace calor y cuello vuelto cuando hace frío, falda corta en verano y pantalones abrigados en invierno.


Elijo no operarme las tetas, ni hacerme una liposucción, elijo que mis tetas sigan donde están después de un embarazo y casi un año de crianza dando pecho a mi hijo, y mi barriga siga donde está después de haber alojado a mi hijo durante nueve meses. Elijo no hacerme un lifting ni una lipoescultura, que mis patas de gallo atestigüen mis cuatro décadas y media de risas y llantos, de esfuerzo y de placeres. 


Elijo teñirme las canas solo cuando me apetezca ponerme a ello, elijo que cuando me miren vean en mi libertad de elección, huellas de vida, no un reclamo sexual, una cosa bonita porque se adecúa al modelo imperante y desfigurado de la mujer sin rostro (operada, maquillada, recién salida de la peluquería, igualada a todas las demás operadas, maquilladas y recién salidas de la peluquería).



Después de saber todo esto, de saber que no elegimos una mierda, entonces elegimos hasta donde transigimos con los mandatos y hasta donde no. Y si sabes que no eliges, entonces acepto que eliges ponerte hoy esos tacones, consciente de que eliges tan poco como yo cuando me depilo las cejas.

Y hermanas, yo no critico a las que entran en el juego inconscientes de hacerlo, ni a las que entramos en este punto o aquel del juego conscientes de hacerlo, critico el puto juego en sí, y a todos los que nos lo meten con calzador, como esos putos tacones de marca.  Critico el puto juego que nos hace sentir inadecuadas si no entramos en el juego, critico que lo llamen libertad cuando no es más que más de lo mismo.



Por favor, hablemos con nuestras niñas, antes de que lo haga la industria "de la belleza".  Démosles, de verdad, la oportunidad de "elegir" si quieren ser o no princesas, si quieren o no sucumbir a la dictadura del rosa, si quieren vivir el rosa como princesas, o como niñas divertidas, dejemos que de verdad puedan elegir cómo ser sus propias princesas y sus propias guerreras.









domingo, 17 de abril de 2016

fsystem


A veces pienso que el asperger y el autismo son mecanismos de la especie para resistir a la demencia de la civilización. Unos cuantos individuos liberados de las toxicidades de lo social, explorando modos distintos de estar en el mundo. La alternativa "socializada" que nos queda al resto se mueve entre la estupidización, la alienación o las drogas (legales o no). Porque sin esas tres alternativas solo queda la enfermedad mental, fisiológica o inducida, y a la naturaleza seguro que lo le gusta que una de sus especies se esté echando a perder de tantas formas.


Buscamos la indolencia, o nos la inoculan, follando cuerpos como cáscaras como si de verdad nos gustase, agarrándonos a la pareja como tabla de salvación, pasando el Día del Niño paseando con nuestros hijos como si fuese una celebración inocua, mientras los niños del mundo extraen coltan, parten piedras, cosen balones. Creamos espejismos de felicidad tomando copas con los amigos, trasnochando, vistiendo ropa de moda, comiendo fast food, follando fast fucks, amando fast love, socializando en las redes, desconectados del ser humano que vive pared con pared. 



Aquel que se organiza con otros para luchar contra la máquina es leído por los bien ajustados como ansioso por salir en la foto; aquella que vive su furia contra la violencia capitalista y patriarcal es leída por los bien engrasados como puta histérica sin sentido; aquel que busca en los libros respuestas a sus quiebres internos es leído por los analfabetos funcionales como un ratón de biblioteca que no sabe divertirse; aquella que llora por siria, por los que cruzan el estrecho, por palestina, por las ajusticiadas del sistema es leída por los hedonistas del sistema como una desequilibrada emocional. Llaman desequilibrio a la negativa a vivir en matrix, al genuino sentimiento ante el dolor creado por la humanidad deshumanizada. El desequilibrio está presente en esta jodida maquinaria trituradora de carne y de almas, y si lo sientes, te llaman "inestable". 

La naturaleza crea sus mecanismos de compensación, ante tanto enfermo del alma, medicado con ansiolíticos y antidepresivos, ante tanto psicótico con la psique quebrada, ante tanto psicópata con la conciencia desmantelada, la Naturaleza va originando seres distintos que puedan seguir poblando la Tierra sin deshacerse a cada paso, sin cooperar con la violencia que todo lo mancha y a ellos los expertos les ponen etiquetas y les cuelgan diagnósticos, ignorantes de su propio cuadro clínico interno: Trastorno del Alma Muerta, Síndrome del Indolente Crónico, Desorden de la Personalidad Autocentrada. 

Quisiera por momentos salir de este estado para educar a mi hijo para este mundo de mierda y que viva su vida de mierda inconsciente de que es una vida de mierda, pero después reculo, porque al final escojo la pastillita roja, con todas sus consecuencias, aunque eso me suponga tomar también las pastillitas legales que me permitan seguir tratando de luchar contra matrix, porque sé que no estoy sola, no lo estamos, aunque pretendan hacernos creer que estamos rotos y solos y que no hay escapatoria. 

FUCK THE SYSTEM 
https://www.facebook.com/Voz.Intuitiva.INTP/videos/vb.1660175907559557/1719301114980369/?type=2&theater

jueves, 7 de abril de 2016

Breve relato del fin de la historia

I. Por la mañana

Niño: Quiero una chuche
Madre: Ahora no, son las 8 de la mañana.
Niño: jo,pero yo quiero una chuche...
Madre: ya, pero es muy temprano para chuches, te puedes poner malito de la tripa si andas comiendo chuches todo el día. Por la tarde te doy un chupa chups.
Niño: ¡pero yo lo quiero ahora!
Madre: pues ahora no puede ser.
(rabieta. escándalo. ahora te quedas sin chuche también por la tarde.)

II. A medio día

Ella: ¿qué haces?
El: estoy en el bar con los colegas
Ella: ok, luego hablamos, cuando no estés ocupado.
El: ok

III. Por la tarde

Él: ¿A qué hora quedamos el sábado?
Ella: El sábado he quedado con Ana, mejor nos vemos el domingo.
Él: Bueno, pues mañana.
Ella: Mañana no puedo, tengo examen el lunes. Seguramente tenga que empollar también el domingo, lo llevo fatal.
Él: Joder tía... ¿todo el finde sin vernos?
Ella: no sé... si acabo hoy lo de física me bajo un rato después de cenar y nos vemos.
Él: venga...
Ella: Tengo que hacer el trabajo de física. si acabo, bajo después, ¿vale?
Él: Pero es que yo quiero verte ahora
Ella: Y yo quiero poder hacer el trabajo de física.
Él: Venga, tía, un ratito. que tengo ganas de estar contigo.
Ella: Y yo tengo ganas de hacer mi trabajo de física sin tener que acabar tarifando contigo.
...
Él: Vaya carácter.
...
Ella: Mira, me desconecto, nos vemos otro día. Ya hablaremos.
Él: Venga, no te enfades.
Él: Vaale. no insisto.
Él: Luego vuelvo a probar, a ver si te convenzo.
...
Él: ¿Qué haces?
Él: Yo estoy escuchando música.
El: Y echándote de menos.
El: Me he quedado con ganas de verte un ratito.
Él: ¿Por qué no me contestas?
Él: Ey, qué pasa?
El: Venga tía, contéstame.
El: ¿Te puedo llamar y hablamos?
...
El: ¿Te bajas?
Ella: No
El: Venga....
Ella: ¿Cuántas veces te he dicho que tengo que hacer el trabajo de física?
(se repite más o menos el mismo loop durante dos horas)

III. Por la noche

Él: Joder, qué día más chungo, me han puesto una multa, he discutido con mi hermana y ahora mi madre me da la charla.
Él: Qué mala suerte.
Ella: Será que hoy has ido cagándola, no?
Él: ¿Por? no sé por qué dices eso.
El: Desde luego tengo claro que contigo no he hecho nada.
Ella: ¿No? ¿en serio?
El: No, no he hecho nada, y te has mosqueado.
Ella: Llevas dos horas dale que dale, te he explicado que no puedo bajar y aun así lleva sonando el whatsap dos horas, y tú ahí que si me bajo y que por qué no te contesto. ¿no es para mosquearse?
El: Joder, solo es que tengo ganas de verte
Ella: ¿Y solo cuenta lo que tú quieras?
El: ¿Qué tiene de malo que quiera verte?
Ella: No es que quieras verme, es que me agobias.
El: Vale, pues yo tengo la conciencia tranquila.
El: Porque solo quería verte.
Ella: Pues yo no quería, y no lo has respetado.
El: Me parece que exageras.
Ella: Y a mi me parece que si no entiendes esto, no tenemos nada que hacer juntos.


(Castigado sin chuches. Maldita manía de creer que cuando ella dice "no", quiere decir tal vez. Maldita manía de creer que lo que él quiere, vale más que lo que ella quiere. Y así todo.)




martes, 5 de abril de 2016

No es lo mismo (la polla y el coño)


Un tipo en internet (un neomacho de manual de los de "no todos los hombres"/"sois unas exageradas"/"veis machismo en todas partes") suelta un "me toca la polla" y una mujer se molesta. Su respuesta: 
 " hay hombres a los que le molesta que una mujer diga coño? Me dejas con el culo torcido. 
no se porque te molesta tanto mi comentario de que a mi me extrañé que a un tío le moleste que digais coño. Yo no estoy acostumbrado a tratar con hombres como los que os debéis topar"
Un clásico: "yo no veo tios así" (siendo un tío). Ejem. Toca graduar la mirada, es obvio.
Te lo voy a explicar cortito, que sé que te cuesta y  me voy a limitar a aclarar el uso asimétrico de la palabra Coño y de la palabra Polla, aunque podríamos referirnos a muchos otros usos del lenguaje y sus implicaciones. Cuando se dice "me toca la polla" se dice desde una posición hegemónica (tanto desde el género como desde la sexualidad) y por tanto alude a tooodo el falocentrismo que ya asquea. Cuando se dice "estoy hasta el coño" se dice desde la posición subordinada (tanto desde el género como de todas las expectativas de la sexualidad subyugada que se le han impuesto a las mujeres) por lo que se hace un uso subversivo del término. Es lógico y normal que haya esa asimetría puesto que la hay en todo, y no es una asimetría que nos guste ni que nos favorezca a nosotras. "Me vas a comer la polla", por ejemplo, es violento porque parte de esa asimetría brutal en las que las mujeres están al servicio de los hombre hasta en la sexualidad, y pone "la polla" en el centro de todo. "Me vas a comer el coño", sin embargo, es una agresividad defensiva y subversiva, ya que a las mujeres no se las presupone ningún tipo de poder adscrito a su coño, ni siquiera el derecho de usar el coño como nos plazca a riesgo de parecer putas, y ya se sabe que llamar puta a una mujer es fácil y de lo peor que se puede hacer para meterla de nuevo en el redil. Cuando un tío dice "me toca la polla" es "normal"; cuando una mujer dice "me toca el coño", es una borde y una ordinaria. No es que lo diga yo, es que es así, el mundo no lo he inventado yo. 

Si cada vez que un tio entra a internet le salieran cuatrocientos pop ups y anuncios mierdosos de mujeres humillando sexualmente a hombres en imágenes a cuatro patas y con el culito en pompa o bien agachaditos comiendo genitales femeninos a lo mejor captaba la idea ("pollitas duritas" "pollas sin compromiso" "follate a un madurito gratis y sin tonterías" "padres solteros desesperados por follar" "los feos necesitan sexo, fóllatelos aquí": precioso), o si en el porno viesen a hombres sufriendo arcadas al hacer un cunilungus a una mujer, hasta las lágrimas, y eso se extendiese como lo más cachondo que le puede hacer un tío a una tía (¿cómo no se ve la violencia de esas gargantas profundas en las que las mujeres tienen arcadas, lloran, se les corre el rimmel? qué jodido asqueroso placer puede ver en semejante sometimiento evidente y culto al falo?) entenderían porqué nos asquea tanto su "me toca la polla" y porqué no es lo mismo (no, no lo es) ni equivalente un "me toca el coño". Para nada.

Si cada vez que abres internet o ves televisión acabas saturada de imágenes de mujeres "satisfaciendo" a hombres reyes del mambo que hasta se echan desodorante desde el cuello a los genitales para "marcar el camino" correcto, es lógico que "la polla" no tenga connotaciones inocentes en el habla cotidiana, resuenan muchas cosas en ese "me suda toda la polla" con la que se le llenan la boca a algunos. Mientras vemos esa basura en los medios, a nosotras nos censuran cualquier imagen en facebook en la que se vea un pecho femenino, incluso amamantando, y ya ni te cuento si se alude, aunque sea con un dibujo artísitico o viñeta, a la masturbación femenina. Dime dónde está el doble rasero, si en que me moleste tu "me toca la polla", o en esta basura hipócrita podrida de doble moral. Qué quieres que te diga: estamos cansadas de tener vuestras pollas hasta en la sopa.

Si cada vez que un tío es libre sexualmente se le insultase hasta que su autoestima quedase destruida, y si cada vez que no folla se le insultase hasta que su autoestima quedase destruida, entendería que las connotaciones de la sexualidad y el contenido simbólico de las palabras a ella asociadas son MUY DISTINTAS según cómo te hayan jodido la psique desde que naces hasta que mueres, en virtud de los genitales que tienes, con el consiguiente trabajo incesante de volver a recolocarla en un lugar digno, como debería haber sido desde el principio.

Dices que vemos machismo en todas partes, y es que lo hay. Dices que ves asimetría, y es que la hay. Dices que no ves tíos como los que describimos: háztelo mirar. Deja de mosquearte con nosotras como un niño con pataletas y remángate para que esas asimetrías desaparezcan, y nunca más "tocarte la polla" agreda a una mujer, y para que cuando yo me toque el coño, no te agreda a ti, ni a esos que tú no ves.


martes, 1 de marzo de 2016

MARINA Y MARIA JOSÉ





Marina y María José tenían veintiún y veintidós años cuando decidieron hacer lo que hacen tantos, mochilear por latinoamérica: Pero ese es privilegio de los hombres. Para ellos no hay ruleta rusa, y si la hay, solo una bala en el cargador decide su suerte. Para nosotras el cargador tiene como poco una bala sí y una no y antes o después nos tocará, tenlo por seguro. Y lo sabemos, pero no queremos resignarnos a que el mundo sea privilegio de otros, confiamos en poder cuidarnos, vivir, hacer del mundo algo que también puede ser nuestro. Y nos cuidamos, pero seguimos siendo violentadas, porque no se trata de nosotras, se trata de ellos.

Yo también tenía 22 años cuando decidí dejar la casa de mis padres y marcharme a otro país, sola, con una mochila, a buscarme la vida, como hacían ellos. Eran los 90 y éramos pocas las que lo hacíamos y sabíamos que había un riesgo, pero queríamos poder hacer lo que hacían ellos, queríamos poder vivir, sentir que éramos libres, capaces, personas.



Tenía 23 años cuando fui agredida sexualmente y aun así no volví a España, quise seguir intentando hacer lo que hacían ellos, quise seguir viviendo, seguir sintiendo que era libre, capaz, persona. Cuando conté mis agresiones me dijeron "eso te pasa por salir al mundo sola, una mujer no puede hacer eso o se arriesga a lo que le pase". Que es lo mismo que decir "te está bien empleado, por creerte más de lo que eres, por creerte hombre cuando eres mujer". A los 30 años vivía en un pueblo costero y salía caminar a diaro por la playa, caminaba una hora y volvía a casa, pero caminaba con miedo porque no había mujeres por la calle en aquel pueblo pequeño a las 6 de la tarde, cuando ya empezaba a oscurecer en invierno. Algunos hombres sentados en el paseo marítimo empezaron a seguirme en mis paseos, dejé de caminar por la playa y me mantenía cerca de los comercios. Las olas estaban ahí a unos metros, pero me estaban vetadas y yo sentía rabia porque ellos me alejaban de ellas. Al final dejé de salir a caminar. Seguir saliendo a caminar hubiera supuesto "buscarme lo que pudiera pasarme". A los 40 me volví a emparejar después de varios años sola, sin ganas de hombres que me dijesen cómo debía ser, vivir, amar. Pero él, pasado un año, empezó a gritarme, a golpear cosas, a amedrentarme con su cuerpo a pocos centímetros del mío y su mirada iracunda pegada a la mía; luego los zarandeos, la amenaza con el puño. Tardé un año y medio en salir de aquella relación porque cada vez que le dejaba me acosaba, se presentaba en mi casa a cualquier hora, me llamaba quince veces en un día, y la policía pensaba que no era suficiente como para denunciarle. La abogada sabía que no había caso. Yo tenía más miedo de él cuando le dejaba que cuando le permitía volver, y cuando volvía, tenía miedo de nuevo. Busqué ayuda y me dijeron "estás con él porque quieres, no quiero volver a saber nada del tema, tú verás lo que haces". Busqué ayuda y me dijeron "no entiendo qué haces con él, eres tonta, tú eres feminista y luego ¿caes en esto?". Busqué ayuda en los servicios sociales, y él me gritó puta delante de la trabajadora social, le increpé, le mandé a la mierda. La trabajadora dijo que yo había sido tan agresiva como él.

Saltarse el mandato que nos quiere en casa, sumisas, víctimas del miedo, está sancionado por la corporación machista y nos castigará por ello una y mil veces. Ni aún muertas nos dejará en paz, y buscará en nosotras la culpa de las violencias recibidas, perpetradas con connivencia de todos ellos. Y en casa, sumisas y víctimas del miedo, seguimos siendo vistas como culpables de las violencias de los hombres que con nosotras conviven. No hay escapatoria: siempre habrá algo que podríamos haber hecho de otro modo para no merecer lo que nos pase. "Nos pasa" -no nos lo hacen- por lo que nosotras hacemos, o no hacemos. 

Marina y Maria José han sido asesinadas por hombres, eso debería ser más que suficiente para admitir que la violencia está ahí, en ellos, constante, acechando. Pero no lo admiten, porque es más fácil culpar a la víctima que asumir responsabilidad por una cultura que entre todos fomentan y perpetúan. Pretenden descargarse haciendo creer que la culpa fue de ellas, que fueron irresponsables, que pidieron alojamiento a hombres borrachos, como si eso justificase por sí mismo su asesinato, como si les restase culpa a ellos, así no tienen que revisarse, admitir su violencia. Es más fácil decir "te metiste donde no debías" que asumir que este es un mundo en el que los hombres asesinan mujeres porque pueden, porque incluso cuando matan, la culpa es nuestra. Así siempre tendremos miedo: cuando viajemos, cuando salgamos de noche, cuando caminemos por la playa, cuando convivamos con una pareja violenta. Siempre atemorizadas y llenas de culpa. 
Dicen "no todos los hombres", dicen "sois exageradas", dicen "veis enemigos por todas partes", y cuando nos negamos a pensar que el mundo es un lugar oscuro lleno de machos violentos por todas partes, cuando decidimos que no será así, que podemos simplemente vivir y hacer, entonces nos recriminan no habernos cuidado apropiadamente de aquellos de los que deberíamos haber pensado que eran enemigos, debíamos haber pensado que todos los hombres, si, deberíamos haber pensado de modo exagerado, y si no, ahí tienes lo que buscabas. Doble mensaje, siempre ahí para volvernos locas, para culpabilizarnos hagamos lo que hagamos, siempre.



Marina y María José están muertas y con ellas morimos un poco todos los días todas las demás, morimos no solo cuando nos matan, morimos cuando aceptamos que el mundo es un lugar oscuro lleno de hombres violentos y dejamos de vivir lo que quisiéramos, y morimos cuando no aceptamos que el mundo es un lugar oscuro lleno de hombres violentos, y nos toca la bala del cargador de la ruleta rusa que manejamos a diario, sin haberlo escogido. Es imposible nombraros a todas, hermanas violentadas, traficadas, violadas, golpeadas, prostituidas, asesinadas. Es imposible nombraros porque sois demasiadas, quisiera nombraros y honraros pero la lista nunca tendría fin, y vuestros nombres no están en ningún registro, a menos que salgáis en las noticias, y aún así, vuestros nombres se pierden entre los de tantas otras. Por eso hoy os llamo, nos llamo a todas, Marina y María José. Y las abrazo deseando que la tierra les sea leve, y nos abrazo deseando que esta Tierra nos sea leve, y busco en algún lugar el impulso para seguir luchando para que llegue el día en que así sea y esta Tierra sea también nuestra y podamos simplemente vivir sin estar condenadas a muerte.

lunes, 18 de enero de 2016

QUERIDO AMIGO “NO MACHISTA” QUE MANEJAS DISCURSOS POSTMACHISTAS, ESCUCHA.



Pues no, hombrecillo (u hombretón), tú no deberías tildarme de “exagerada” o “extremista” por nombrar y señalar los machismos cotidianos que me afectan, no deberías hacerlo si además eso va precedido de la frase “Yo no soy machista” (seguida de la conjunción “pero”). No deberías porque eso denota muchas cosas: falta de empatía, falta de comprensión, falta de conciencia, falta de escucha, falta de acompañamiento de mi cotidianidad y de mis luchas.

No deberías catalogar de “paranoia” mi prevención cuando voy por la calle y el enemigo potencial es un hombre, porque –insistiré una vez más, aunque esto ya deberías saberlo- no es que todos los hombres seáis agresores, es que todos nuestros agresores son hombres. Es así aunque te joda: nunca me abusó sexualmente otra mujer, no me golpeó otra mujer, no temí por mi seguridad a las 4 de la mañana volviendo sola a casa por el potencial ataque de otra mujer. Las mujeres no vamos agrediendo con nocturnidad y alevosía a otras mujeres, ni a los hombres. Al revés, sí. (y no me salgas con casos individuales y excepcionales: hazte un favor y no caigas en el ridículo con falacias insostenibles).

No deberías, si te consideras a ti mismo no machista y compañero de las mujeres, calificar mis actitudes y apreciaciones al respecto, y mucho menos ridiculizarlas o menospreciarlas, porque tú no sufres mis opresiones, y cuando haces comentarios capciosos al respecto, disfrazados de bromitas, me estás agrediendo. Y luego me llamas paranoica cuando te lo señalo. Es muy cansado, amigo, y no facilita nuestra relación. Piénsalo un rato, anda.

Cuando dices “no me gustan las feministas radicales porque son tan extremistas como los machistas”, cuando me llamas "feminazi" o "hembrista", aunque sea entre bromitas, estás manejando un discurso postmachista, aunque no te des cuenta, y estás desacreditándote como hombre feminista. Y si ni siquiera te calificas como feminista, pero sí “no machista”, es que además no has comprendido nada. No pasa nada por no comprender, siempre se puede empezar a aprender lo que no se sabía, pero instalarse en la ignorancia voluntaria sí es éticamente reprobable, sobre todo cuando se está siendo ofensivo. De los errores se aprende cuando hay voluntad de enmienda. 




Escucha un poco, con los oídos y la conciencia, en lugar de revolverte como gato panza arriba sintiéndote personalmente interpelado cuando se te explica la razón de ser de nuestros argumentos, cuando desmontamos los tuyos: no existe un "feminismo bueno" y un "feminismo malo", existe comprensión o no de lo que es el feminismo radical, que es el que va a la raíz de las opresiones. No entres en el "así sí/así no", se te escucha demasiado paternalista y rancio. Y tú eres más listo y capaz que eso.



No recurras al pseudo humor capcioso, porque con eso solo disfrazas una misoginia interiorizada de la que te niegas a desprenderte. Ya sé que escuece, pero es así. Muchos otros hombres que pasaron por tu proceso te lo pueden contar, es posible que a ellos sí les escuches (porque quien tiene misoginia interiorizada aun da más peso a los argumentos de su propio género que a los nuestros, pero no pasa nada si lo intentas y te das cuenta más pronto que tarde: es liberador desprenderse de esos tics micromachistas que también te oprimen a ti).

No deberías desestimar mis argumentos, basados en montones de lecturas sobre teoría feminista y en mi propia experiencia de mujer, porque te olvidas de que tú eres parte del género opresor, y no, tú no lo escogiste, te vino de nacimiento, pero cuando no renuncias a tus privilegios de género sí escoges voluntariamente mantenerte en ellos. Yo tampoco escogí ser blanca y europea, pero sí escojo desprenderme de mis privilegios de blanca europea, o de ponerlos al servicio de lxs no blancxs europexs cuando defiendo sus derechos, y no cuestiono sus malestares.

Vamos a dejar de lado por un momento el género y hablemos como colegas, querido amigo que manejas discursos postmachistas. Dime si cuando un amigo se queja de dolor de muelas te cachondeas de su dolor y lo ninguneas. Dime si cuando a ti te duele la espalda, te agrada que tu amigo entre a valorar si tu dolor es real o exagerado, si s¡tu análisis de la situación ("anoche dormí hecho un higo en el sofá y ahora tengo las lumbares en pepitoria") es acertado o no. Si bromeas cuando siente dolor porque menosprecias su malestar ("¡anda exagerao! ¡que eres un blandengue!") estás siendo un capullo; si tu amigo además de cachondearse de ti  y ningunear tu dolor, lo hace también con todo aquel que se le cruza aquejado de dolor de espalda, él que tiene una columna vertebral más sana que una manzana, y define tu escala del dolor según su propia experiencia ("el dolor de cervicales, vale, pero de lumbares no te quejes que eso es super extremista") está demostrando arrogancia y poca empatía. Si se lo dices e insiste, está además siendo un capullo.

Qué cosa más tonta de ejemplo, ¿verdad? Pues así de tonto suenas tú cuando haces lo mismo en tu reacción contra la visibilización de las opresiones de género. Tú no deberías evaluar qué es o no es exagerado, porque no te oprime a ti, hombretón. Y si eres amigo y compañero lo suyo sería que cuidases de mi dolor de género como yo lo hago con tu dolor lumbar: sin juzgarlo. Y si te lo digo es porque aún confío en que podemos mejorar nuestra relación, como tú me lo dirías si yo no cuidase de ti cuando manifiestas tus dolores, querido amigo neomachista de espalda frágil y bromas capciosas. Desde el cariño (y la hartura) te lo digo: cuando desestimas y menosprecias mi dolor, me haces daño.

Por supuesto, puedes seguir sin interesarte por el feminismo y nuestros argumentos, puedes seguir usando bromitas insidiosas, puedes seguir enjuiciando mis actitudes y ninguneando mi sentir, puedes hacer todo eso (como poder, puedes, y de hecho lo estás haciendo) pero entonces, hombretón (u hombrecillo), no te definas como no machista, porque con todo eso invalidas tu afirmación, porque las afirmaciones son huecas sino no se acompañan de hechos. Puedes elegir dónde y desde dónde te posicionas, desde el machismo light del que no quiere ver y solo se enuncia, o desde el lugar de verdadero compañero que comprende y acompaña, estás en ese punto en el que todavía tienes remedio, yo te esperaré un rato (pero los ratos no son eternos) mientras das el paso, porque nadie nació sabiendo, pero solo se sabe cuando hay voluntad de saber. 





viernes, 15 de enero de 2016

KOLONTAI, WYOMING, Y LA TATIANA DE GORKI (Machiruladas noveladas y televisadas).

En La Mujer Nueva, (1918) Alejandra Kolontai  escribió sobre las nuevas heroínas de la literatura de su tiempo, comparándolas con las antiguas heroínas caracterizadas sobre todo por vivir para el amor como el fin primero y último de sus vidas, un amor del cual dependen su propia estima (siempre supeditada al varón que las escogió), su identidad y su propia subsistencia.  Estas nuevas heroínas que describe Kolontai, aun siendo muy distintas unas de otras, comparten rasgos comunes, entre ellos el hastío que les produce sentirse tratadas como parte del todo amorfo en el que se engloba a “La Mujer”,  sin individualidad propia. Un ente amorfo que además responde tan solo a dos expectativas masculinas: satisfacer su ego, satisfacer su apetito sexual.




Anoche en El Intermedio, el Wyoming volvió a aburrirme con uno de sus chascarrillos habituales. Entiendo que el personaje que representa es esa parodia del tío patético y “viejo verde”, suponemos que en plan satírico y gracioso, pero a mí me parece que además responde a una falta de imaginación por parte de sus guionistas, que recurren a topicazos como ese, como podrían hacerlo al caca culo pedo pis. La situación fue la siguiente: Wyoming alaba a Thais Villa su labor como periodista, elogia su última entrevista y le augura un prometedor futuro profesional. Y todos sabemos que no quedará ahí la cosa, porque es imposible que este hombre reconozca a su colaboradora en tanto a lo que es, periodista y profesional. El diálogo que sigue lo confirma:

     - Vaya, veo que uno de tus propósitos de año nuevo es ser un jefe más              motivador.
     - En realidad quería acostarme contigo, pero veo que no funciona.

Y el público, jajajaja, se ríe.

Se supone que El Intermedio es un programa progresista  que “mete caña” a los políticos, en especial a los de derechas, y se supone que es gracioso pero son incapaces, desde su progresía de gañán con palillo en la boca, de ver lo ofensivo que esto resulta. No sé qué tal lo llevan Sandra Sabanés y Thais Villa aguantando esta sarta de gilipolleces día tras día, pero a mí (y a casi todas) me ha cagado la cara cada vez que un jefecillo me ha “piropeado” como una gracia y he tenido que morderme la lengua porque era “mi superior”. Eso es un abuso de poder, porque como subordinada te tienes que joder y callar, o a la puta calle. Y es una mierda como un piano que se insista en esa clase de gracietas en televisión, porque continúan perpetuando el esquema viejo-verde-acosa-a-joven-de buen ver-y ella sonríe-porque no le queda otra. No te elogio como profesional, te miro las tetas y la audiencia se parte la caja. Qué gracioso.




Transcribo un párrafo del texto de Kolontai, escrito, insisto, hace un siglo:


 “Maldigo mi cuerpo de mujer; por él no veis en mí otra cosa, algo más precioso.” (…) Y esta protesta, bajo una u otra forma, la repiten las heroínas de cualquier nacionalidad. Incluso el alma sencilla de la Tatiana de Gorki protesta ya contra una actitud que quiere hacer de ella un mero instrumento de diversión. “Me habría tomado… Y yo no quiero, no puedo así, sin corazón… como un gato… ¡Qué agobiantes SOIS todos!...” Cuanto más decantada es la personalidad de una mujer, más se siente “ser humano, más intensa es para ella la ofensa del hombre que, por su mentalidad formada en el curso de los siglos, no sabe advertir, en la mujer deseada, el individuo que despierta.(…) “Nada deseo con tanto ardor como encontrar a un hombre a quien no quisiera abandonar”, dice Maya.”

Cien años, y no han aprendido NADA.

Yo misma me encuentro más veces de lo que quisiera, distanciándome de hombres a los que aprecio por que “qué agobiantes SOIS todos”, harta de sentir que la primera, la segunda, y tal vez la tercera razón por la que algunos me buscan (y no soy ninguna Scarlet Johanson, solo una mujer normal) es para acostarse conmigo. Si no cuela, bueno, seguimos tan colegas, pero el fondo está ahí. Saber que eso es lo que primeramente les interesa de una (de mí, de todas), porque somos ante todo cuerpo sexual, cosa, y luego si acaso, persona.

Las mujeres profesionales son tetas y cara agradable, y luego, si acaso, profesionales. Y en última instancia, con suerte, personas. Y ellos lo novelan y lo televisan y nosotras lo padecemos cada día en nuestras psiques y en nuestros cuerpos. Y nos harta y nos agota y nos llena de ira. Y ellos no se enteran.


Ya lo dijo Kolontai hace cien años: “Los hombres no suelen comprender lo que nos asquea de ellos”.

No lo suelen comprender, porque no escuchan, porque no quieren escuchar. Porque es más fácil seguir haciendo las gracietas de siempre y si nos joden, decir que somos nosotras las que no tenemos sentido del humor. Como si, parafraseando de nuevo a Kolontai, las relaciones intersexuales (entre los géneros, diríamos hoy) no influyeran fundamentalmente sobre el resultado de la lucha entre las clases adversas.

Ella, revolucionaria rusa hace un siglo, padeció la misma basura de los comunistas de entonces, lo denunció ayer y lo denunciamos ahora, pero, hale, machirulos de izquierda y de derechas, seguid mirándoles las tetas a vuestras compas de curro y militancia, y luego anarcomachos y machistas-leninistas, seguid clamando “revolución, revolución” en vuestras asambleas con vuestra izquierdosidad de palo, pero luego no digáis "es que yo no lo sabía".