Pues no, hombrecillo (u
hombretón), tú no deberías tildarme de “exagerada” o “extremista” por nombrar y
señalar los machismos cotidianos que me afectan, no deberías hacerlo si además
eso va precedido de la frase “Yo no soy machista” (seguida de la conjunción “pero”).
No deberías porque eso denota muchas cosas: falta de empatía, falta de
comprensión, falta de conciencia, falta de escucha, falta de acompañamiento de
mi cotidianidad y de mis luchas.
No deberías catalogar de “paranoia”
mi prevención cuando voy por la calle y el enemigo potencial es un hombre,
porque –insistiré una vez más, aunque esto ya deberías saberlo- no es que todos
los hombres seáis agresores, es que todos nuestros agresores son hombres. Es así
aunque te joda: nunca me abusó sexualmente otra mujer, no me golpeó otra mujer,
no temí por mi seguridad a las 4 de la mañana volviendo sola a casa por el
potencial ataque de otra mujer. Las mujeres no vamos agrediendo con nocturnidad
y alevosía a otras mujeres, ni a los hombres. Al revés, sí. (y no me salgas con
casos individuales y excepcionales: hazte un favor y no caigas en el
ridículo con falacias insostenibles).
No deberías, si te consideras a ti
mismo no machista y compañero de las mujeres, calificar mis actitudes y
apreciaciones al respecto, y mucho menos ridiculizarlas o menospreciarlas,
porque tú no sufres mis opresiones, y cuando haces comentarios capciosos al
respecto, disfrazados de bromitas, me estás agrediendo. Y luego me llamas
paranoica cuando te lo señalo. Es muy cansado, amigo, y no facilita nuestra
relación. Piénsalo un rato, anda.
Cuando dices “no me gustan las feministas radicales porque son tan extremistas como los machistas”, cuando me llamas "feminazi" o "hembrista", aunque sea entre bromitas, estás manejando un discurso postmachista, aunque no te des cuenta, y estás desacreditándote como hombre feminista. Y si ni siquiera te calificas como feminista, pero sí “no machista”, es que además no has comprendido nada. No pasa nada por no comprender, siempre se puede empezar a aprender lo que no se sabía, pero instalarse en la ignorancia voluntaria sí es éticamente reprobable, sobre todo cuando se está siendo ofensivo. De los errores se aprende cuando hay voluntad de enmienda.
Escucha un poco, con los oídos y la conciencia, en lugar de revolverte como gato panza arriba sintiéndote personalmente interpelado cuando se te explica la razón de ser de nuestros argumentos, cuando desmontamos los tuyos: no existe un "feminismo bueno" y un "feminismo malo", existe comprensión o no de lo que es el feminismo radical, que es el que va a la raíz de las opresiones. No entres en el "así sí/así no", se te escucha demasiado paternalista y rancio. Y tú eres más listo y capaz que eso.
Escucha un poco, con los oídos y la conciencia, en lugar de revolverte como gato panza arriba sintiéndote personalmente interpelado cuando se te explica la razón de ser de nuestros argumentos, cuando desmontamos los tuyos: no existe un "feminismo bueno" y un "feminismo malo", existe comprensión o no de lo que es el feminismo radical, que es el que va a la raíz de las opresiones. No entres en el "así sí/así no", se te escucha demasiado paternalista y rancio. Y tú eres más listo y capaz que eso.
No recurras al pseudo humor
capcioso, porque con eso solo disfrazas una misoginia interiorizada de la que
te niegas a desprenderte. Ya sé que escuece, pero es así. Muchos otros hombres
que pasaron por tu proceso te lo pueden contar, es posible que a ellos sí les
escuches (porque quien tiene misoginia interiorizada aun da más peso a los
argumentos de su propio género que a los nuestros, pero no pasa nada si lo
intentas y te das cuenta más pronto que tarde: es liberador desprenderse de
esos tics micromachistas que también te oprimen a ti).
No deberías desestimar mis
argumentos, basados en montones de lecturas sobre teoría feminista y en mi
propia experiencia de mujer, porque te olvidas de que tú eres parte del género
opresor, y no, tú no lo escogiste, te vino de nacimiento, pero cuando no
renuncias a tus privilegios de género sí escoges voluntariamente mantenerte en
ellos. Yo tampoco escogí ser blanca y europea, pero sí escojo desprenderme de
mis privilegios de blanca europea, o de ponerlos al servicio de lxs no blancxs
europexs cuando defiendo sus derechos, y no cuestiono sus malestares.
Vamos a dejar de lado por un momento el género y hablemos como colegas, querido amigo que manejas discursos postmachistas. Dime si cuando un amigo se queja de dolor de muelas te cachondeas de su dolor y lo ninguneas. Dime si cuando a ti te duele la espalda, te agrada que tu amigo entre a valorar si tu dolor es real o exagerado, si s¡tu análisis de la situación ("anoche dormí hecho un higo en el sofá y ahora tengo las lumbares en pepitoria") es acertado o no. Si bromeas cuando siente dolor porque menosprecias su malestar ("¡anda exagerao! ¡que eres un blandengue!") estás siendo un capullo; si tu amigo además de cachondearse de ti y ningunear tu dolor, lo hace también con todo aquel que se le cruza aquejado de dolor de espalda, él que tiene una columna vertebral más sana que una manzana, y define tu escala del dolor según su propia experiencia ("el dolor de cervicales, vale, pero de lumbares no te quejes que eso es super extremista") está demostrando arrogancia y poca empatía. Si se lo dices e insiste, está además siendo un capullo.
Qué cosa más tonta de ejemplo, ¿verdad? Pues así de tonto suenas tú cuando haces lo mismo en tu reacción contra la visibilización de las opresiones de género. Tú no deberías evaluar qué es o no es exagerado, porque no te oprime a ti, hombretón. Y si eres amigo y compañero lo suyo sería que cuidases de mi dolor de género como yo lo hago con tu dolor lumbar: sin juzgarlo. Y si te lo digo es porque aún confío en que podemos mejorar nuestra relación, como tú me lo dirías si yo no cuidase de ti cuando manifiestas tus dolores, querido amigo neomachista de espalda frágil y bromas capciosas. Desde el cariño (y la hartura) te lo digo: cuando desestimas y menosprecias mi dolor, me haces daño.
Vamos a dejar de lado por un momento el género y hablemos como colegas, querido amigo que manejas discursos postmachistas. Dime si cuando un amigo se queja de dolor de muelas te cachondeas de su dolor y lo ninguneas. Dime si cuando a ti te duele la espalda, te agrada que tu amigo entre a valorar si tu dolor es real o exagerado, si s¡tu análisis de la situación ("anoche dormí hecho un higo en el sofá y ahora tengo las lumbares en pepitoria") es acertado o no. Si bromeas cuando siente dolor porque menosprecias su malestar ("¡anda exagerao! ¡que eres un blandengue!") estás siendo un capullo; si tu amigo además de cachondearse de ti y ningunear tu dolor, lo hace también con todo aquel que se le cruza aquejado de dolor de espalda, él que tiene una columna vertebral más sana que una manzana, y define tu escala del dolor según su propia experiencia ("el dolor de cervicales, vale, pero de lumbares no te quejes que eso es super extremista") está demostrando arrogancia y poca empatía. Si se lo dices e insiste, está además siendo un capullo.
Qué cosa más tonta de ejemplo, ¿verdad? Pues así de tonto suenas tú cuando haces lo mismo en tu reacción contra la visibilización de las opresiones de género. Tú no deberías evaluar qué es o no es exagerado, porque no te oprime a ti, hombretón. Y si eres amigo y compañero lo suyo sería que cuidases de mi dolor de género como yo lo hago con tu dolor lumbar: sin juzgarlo. Y si te lo digo es porque aún confío en que podemos mejorar nuestra relación, como tú me lo dirías si yo no cuidase de ti cuando manifiestas tus dolores, querido amigo neomachista de espalda frágil y bromas capciosas. Desde el cariño (y la hartura) te lo digo: cuando desestimas y menosprecias mi dolor, me haces daño.
Por supuesto, puedes seguir sin
interesarte por el feminismo y nuestros argumentos, puedes seguir usando
bromitas insidiosas, puedes seguir enjuiciando mis actitudes y ninguneando mi
sentir, puedes hacer todo eso (como poder, puedes, y de hecho lo estás haciendo) pero entonces,
hombretón (u hombrecillo), no te definas como no machista, porque con todo eso
invalidas tu afirmación, porque las afirmaciones son huecas sino no se
acompañan de hechos. Puedes elegir dónde y desde dónde te posicionas, desde el
machismo light del que no quiere ver y solo se enuncia, o desde el lugar de
verdadero compañero que comprende y acompaña, estás en ese punto en el que
todavía tienes remedio, yo te esperaré un rato (pero los ratos no son eternos)
mientras das el paso, porque nadie nació sabiendo, pero solo se sabe cuando hay voluntad de saber.